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sábado, 26 de febrero de 2011

Leer en el metro

No dejo de preguntarme cómo se ha de comenzar a contar una historia cualquiera. ¿Describiendo un lugar? ¿Una época? ¿Un momento? ¿Nombrando al protagonista? ¿Expresando un sentimiento? ¿Una conclusión, tal vez? Alguien debería hacer el favor de explicármelo, aunque bien pensado eso es lo que estoy haciendo. Llego a una conclusión: no sé cómo arrancar mi historia. Y es una pena porque es, como ya he dicho, una historia cualquiera. Y esas son las mejores. O por lo menos las que a mí más me gustan, pese a que muchos crean que no merecen ser contadas. ¿Qué sabrán ellos de lo que merece o no la pena?

Lo mismo que yo, supongo.

En fin, y como iba diciendo, ignoro cuál podría ser el inicio idóneo de este libro para atraparte desde un principio en el maravilloso mundo de Nilo. Nilo, sí. Mi nombre. ¡Vaya! Esto no estaba previsto. Tendría que haberlo hecho de otra manera. Algo más parecido a: Mi nombre es Nilo Zurdo Monasor, y esta es mi historia. Pero podrías pensar que algo así puede crear falsas expectativas a quien lo lea. No sé, podría esperar una de esas historias que merecen la pena ser conocidas por las generaciones futuras, y no es así. 

"A orillas de Nilo." 
Diego Lández.

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