Vistas de página en total

domingo, 28 de agosto de 2011

Juventud

Divino tesoro. 

Ver a todo ese colectivo en el parque del mismo nombre ponerse hasta las trancas es algo que siempre me recuerda a los tiempos en los que no había preocupaciones, y se convierte año tras año en una foto en la que sólo cambia quien la observa. Pero no, yo también me resisto, oye, y me bajo mi botella de ron, mis hielos y echo un rato (a falta de pinchito) en la hierba, haciendo bueno el mito de que los jóvenes sólo sabemos (sí, me incluyo) beber. 

Mentira.

Imágenes, insisto, como la de anoche, la de anteanoche, la de anteanteanoche... no ayudan a corregir el dicho, que no obstante encierra parcialmente una verdad como un templo. Y me consuelo al saberme valedor todavía de poder cerrar las peñas el último día de ferias, aguantar más que otros y que las canas no me hayan quitado las ganas de subirme a las tarimas. Sí, ya no me lío la camisa a la cabeza mientras me hago fuerte en el dance floor, pero vaya. Lo malo viene después, cuando tras sortear los ríos de orina que inundan los alrededores de mi portal despierto al día siguiente con la eterna promesa de no volver a beber tanto, que el oxígeno da vida y la quita (eterna paradoja) y a los que andamos algo oxidados se nos ve el plumero tras la capa de maquillaje.

miércoles, 17 de agosto de 2011

El nombre de los árboles

Resulta fácil escribir bajo la sombra de una pérdida, así que no me otorguéis ningún mérito por hacerlo ahora, tras tantos días. Se han acumulado los temas, es cierto, los he apilado tras ese sofá pendiente por trasladar, y de repente una llamada como tantas otras hace que desempolves la capa de la pereza y te den ganas a retomar una rutina que surgió como propósito y creció hasta la necesidad. 

Es cierto, me costó verte bajo el maquillaje. Tenías la cara hinchada y el gesto sereno, muy al contrario de como te recuerdo, siempre tan delgado y con una sonrisa (o una copa) de más. El resto aguardamos fuera, echando algún cigarro y hablando (poco) de cosas triviales. El paraje era bonito, de esos en los que en otro contexto te apetecería dar una vuelta y digerir de forma más relajada cómo la luz del atardecer recorta la silueta de unos árboles de los que apenas si conoces el nombre.

En noches como la de ayer, en cambio, simplemente estás, que no es poco, apenas te mueves del lugar y piensas en cómo encarar el gesto de dolor de unos y otros. Te enciendes otro cigarro y das gracias a que a uno le dejen fumar aún en ciertos rincones. Te preguntas qué harías tú en estos momentos, y no es difícil imaginarte en el bar, brindando por los que ya no están con una cerveza, o tal vez con algo más fuerte.

Sombreros de colores


"Ya están aquí", como escribió el guionista, y los ves a todas horas, haga sol o haga más sol, en grupo o agrupados, con mástil o con bandera. Llegaron para no quedarse, pero sí para dejarse ver, tan contentos ellos. Y qué envidia, ¿no?, matando juntos las horas y conociéndose y compartiendo su fe y encontrando experiencias y esas cosas. Y qué envidia, insisto, yo que no distingo entre la curia y los curiosos, o tal vez sea que ambos me importan poco, o sea, nada. Pero lejos de polémicas de si ruta por aquí o por allá, confrontación de libertades, choque de opiniones, ostentaciones varias, hipocresías muchas y descuentos discutibles… que cada cual se lo pase teta, que para eso habrá venido. Yo, como decíamos ayer: 

- ¿Vas a ir a ver al Papa?
- ¿Yo? Que venga él a verme a mí.

Y si alguno, entre tanto joven y tanto idioma extraño, decide enamorarse por unos minutos, sin duda optará entre la abstinencia y la cópula carnal a pelillo, sin mariconadas. Y si luego viene el bombo, ellos pondrán los platillos.

El rayo de luz

Con su brillo menguante y el ladrillo taponando cualquier otra fuente imaginable, la luz del noveno de la torre cinco se filtra sola por mi ventana, trazando un hilillo sobre la colcha que insinúa la silueta de una bolsa improvisada y los pliegues de una camiseta huérfana de mi cuerpo. La fotografía perfecta para una noche de amor inexistente, que me anima al descubrirme (tantos años después) fijándome en esas cosas.

martes, 9 de agosto de 2011

Cita previa

No era mi intención darte una charla sobre la progresiva deshumanización en los canales de información de atención al público, ni qué método es mejor o peor para el para dar cita previa, pero estaba en plan tocapelotas y no sé muy bien qué camino llevamos, ni si es el más adecuado, ni si se quieren dejar atrás otras alternativas (más sencillas, más directas) que sean en verdad un avance y no un retroceso.

Futuro

El domingo falleció un vecino mío, el mismo que llevaba meses sin salir de casa debido a un cáncer demasiado extendido que, entre otras cosas, le había hecho perder un ojo. Tenía 60 años, y no merecía morir. Nadie lo merece.

Sucesos así ayudan a reubicarte constantemente, a plantearte por enésima aquello que te rodea y todo lo que está por llegar, a pesar de tratarse de algo más que anunciado. Y es que tienes razón, nunca sabes cómo vienen las cosas, y tampoco hay un recetario personalizado que te explique muy bien cómo afrontarlas. Aprendemos, sí, pero parece que sólo estamos aquí para aprender y aprender sin más, y para cuándo poner en práctica todo aquello que nos quedó a base de bofetones.

Leo hace un montón de días la noticia sobre el último deseo de una niña que, repentinamnete, fallece poco después en un accidente...

http://es.noticias.yahoo.com/blogs/gaceta-trotamundos/el-ltimo-deseo-una-ni-calmar-la-sed-131842198.html

... y vuelves a ser consciente de los muchos contrastes de las cosas, cuando millones de niños mueren de hambre en Somalia en cuestión de semanas, cuando seguirán muriendo después de que sea un suceso noticiable (y no sólo en el "cuerno"), cuando Londres está que arde, cuando se desata el terror en Noruega, cuando persiste el 15M, cuando pequeños milagros y miles de calamidades siguen ocurriendo sin que jamás nos enteremos.
Hormiguitas...

Un cielo poblado como nunca de estrellas me recuerda de nuevo esa palabra y la frase hecha de que la vida es sencilla, pero nos pone cachondos retorcerlo todo. Observo cada punto preguntándome si seguirá existiendo o no su fuente de luz, y la foto del pasado (que es el cielo) me escupe la pregunta de qué sucederá en el futuro: para mí, para ti, para todos (como el anuncio). Una estrella eternamente fugaz (que no es estrella, pero sí fugaz) te invita a pedir un deseo tardío, y dejas sin más que pase, porque a veces el deseo nace y muere en el mero privilegio de haber podido observarla.

lunes, 1 de agosto de 2011

Descanso

Sé que no está siendo un verano muy prolífico en contenidos ni os doy muchos motivos para tiraros al agua conmigo, pero aprovecho (in)conscientemente a tomarme un descanso, y yéndome estos días de vacaciones, me reservo cosas para la vuelta.

Sed buenos, sed felices y, sobre todo, sed vosotros mismos.