Vistas de página en total

sábado, 30 de abril de 2011

La brisa

No hay nada como el alcohol para desinhibir cuerpo y mente. 

Es algo que tengo comprobado desde mi fase oral y en lo que me he ido reafirmando en todo este tiempo. Es algo, también, especialmente necesario para nosotros, los tímidos de oficio, que nunca nos hemos acercado a la chica para invitarla a una copa ni hemos encontrado en el espejo las razones para que fuera la chica quien se nos acercara a nosotros. 

Por eso y por tantas otras cosas recurrimos al alcohol, sin duda (mientras escucho a Tom Petty) en cualquiera de sus formas. La edad, quizá, o los efectos secundarios, me inclinan por un buen (o mal) vino, porque con una copa delante soy más consciente de la brisa que agita la copa de los árboles y de repente todo entra en una extaña armonía. Uno se siente más ínfimo y más grandioso a un tiempo, y las ganas, los malentendidos, los silencios, las espinas que quedaban clavadas... se curan con las palabras que no nos dejamos dentro. 

Con los actos que sólo habitaban en la imaginación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario