Vistas de página en total

martes, 12 de abril de 2011

Decir adiós

Quien más quien menos ha pensado alguna vez en decir adiós. Tal vez sea yo un imán para este tipo de personas, pero me recuerdo antes varios de vosotros y otros que no me leen sugiriendo la posibilidad de irse para siempre. Y ahora que te leo, y más concretamente esa línea, me vienen a la cabeza esos recuerdos. Yo mismo lo he pensado, por supuesto. Son momentos, días, semanas, épocas, años... en donde te ves abajo del todo, pero no eres consciente de eso, de que estás abajo, y más no puedes hundirte, o sí, pero no quieres pensar en ello.

Recuerdo un sueño, al hilo. Quería despedirme, pero en lugar de irme yo se fue mi madre. Y con ella mi padre. Y el dolor fue de lejos más intenso que la sensación de mi propia pérdida. Me desperté jodido. Mucho. Y no sé por qué pensé aquello, ni por qué aquel día (como otro cualquiera). 

Podría dedicar una entrada entera a enumerar motivos por los que no estaría demás que quisiera cortarme las venas o tirarme a las vías del tren. Pero en frío, sé de sobra que necesitaría un blog de por vida para condensar las razones que, por otro lado, me empujan a seguir adelante. La primera de ellas es muy evidente, y ahoga todo lo demás. No necesita nombre. La segunda o tercera o vete tú a saber qué numero ocupa es la mera curiosidad que me despierta esto de estar vivo, y lo que me espera por sentir, amar, ver, oír, oler, abrazar, reír y aprender.

Sé que es complicado, porque nos sentimos demasiado a menudo solos ante el precipicio, pero lo cierto es que, entre otras cosas, cuando soy consciente de que a mi lado hay más como yo, tan vulnerables, tan humanos, tan sedientos de apoyo, me dan ganas de unirme a ellos y seguir caminando de la mano. Esto de despertarnos todos los días no deja de ser un milagro y una oportunidad que se repite con demasiado descaro para tratar de hacer de nuestras vidas algo extraordinario, como dijo el profesor. Me quedan tantas cosas por hacer que lejos de culparme sobre por qué no las he hecho ya me quiero prometer a mí mismo que pondré más voluntad en cumplirlas. Se nos va mucho tiempo en chorradas como eso de quejarnos, y a veces es mejor quitarnos máscaras y subir al escenario.

Actuemos.

1 comentario:

  1. Wow. Me gusta. Mucho. Me siento muy identificada. Ya hablaremos del sueño...si quieres. A veces hay que dejar hablar a lo que habla más que nosotros mismos. Pero me gustaría saber en qué etapa fue. Es muy simbólico. Hoy tengo ganas de dejar de quejarme, quitarme la máscara y actuar. En parte gracias a ti, señorito. Sigo leyéndote :)

    ResponderEliminar