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martes, 2 de octubre de 2012

La esquela

Publicaba el ABC una esquela de una vecina de Camarma, fallecida a los 78 años hace hoy justo un mes, en la que manifestaba (a través de su hijo) el perdón a sus hermanos y su hija "por su absoluta falta de cariño y apoyo durante su larga y penosa enfermedad". 

Puede que la señora fuera una bruja, pero despedidas así (como otras tantas cosas en la vida) ponen a cada cual en su sito, aunque sea post-mortem, y nos recuerda que siempre es bueno orbitar en torno a lo que nos ubica en un lugar reconocible, tenga ese epicentro nombre de persona, quizá nuestros mismos apellidos, y viva o no a la vuelta de la esquina. 

A menudo nos obcecamos en poner tierra de por medio frente a quienes no hacen más que buscar un acercamiento, mezclamos churras con merinas y nos dejamos confundir por satélites sin trayectoria definida. Somos entonces testigos pasivos y amargados de una fuerza gravitatoria a la que cada vez le cuesta más enlazarnos con lo importante, y no lo entiendo, porque ¿quién querría vagar por el vacío y darse cuenta, con los años, de que gran parte de lo que quedaba por descubrir lo teníamos enfrente?

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