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miércoles, 17 de octubre de 2012

La dignidad

Lo lamento, pero acabo harto de escuchar por la radio los lloros y lamentos de tantos y tantos que lo están pasando mal y apelan a la dignidad de las personas, familias y acólitos que subsisten con una sola pensión o con sueldos mileuristas a lo máximo. Tienen razón, al menos, mucha más que quienes ven recortado su salario a unos dos mil euros y berrean por llegar a fin de mes, pero utilizar la desgracia de muchos para dibujar la situación de todos engaña, cansa y aburre.

El otro día recibí una invitación para votar en una encuesta: "¿Está de acuerdo en que se suprima la paga extra de Navidad entre los funcionarios? Sí / No / NSNC." No contesté ni la primera ni la segunda (sino todo lo contrario) porque siempre que me preguntan por extremos rehuyo responder de la misma manera. En este caso concreto la respuesta más acertada hubiera sido: "Se la suprimiría a muchos, despediría a otros y les subiría el sueldo a los que restan", pero no me daban la opción.

Pasará lo mismo si hablamos de recortes. No se trata si recorto tal partida o no, que también, probablemente haya que hacerlo en la inmensa mayoría: educación y sanidad mediante. El problema es cómo lo hagas, porque de lo mal que se ha gastado durante mucho tiempo, por desgracia, no se habla.

Es lo que tienen estas encuestas y demás artimañas para manipular la opinión pública, que desinforman a base de monosílabos que te dejan el estigma en la frente de no usarlos como es debido. Y volviendo al principio, la dignidad no es sólo algo que nos viene de regalo con el 3x2 del Mercadona, creo que tenemos que ganárnosla día a día acompañada de un buen chorro de humildad, que se parece pero no es lo mismo. Ésa (la humildad) se aprende con los años, y es la que nos recuerda que no todo es gastar lo ahorrado para que te den la beca, ni renovar el vestuario cada seis meses, ni salir a cenar día sí día también, ni hacernos un Cancún - Indonesia el mismo año, ni gastar lo que nunca tendrás.

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