mediocre en lo que soy y en lo que hago. Es una lacra que arrastro y que contagio en mi entorno. Me gustaría despertar un día y saberme especial, distinto al resto, rebosante de una luz propia. Eso es lo que me escribiste hace un siglo, que brillaba con luz propia, pero algo dentro me impide creerlo del todo. Eso y tantas otras cosas buenas que he oído sobre mí.
No es justo por mi parte, sin querer resto valor a esas palabras y quién soy yo para juzgar nada de lo que digáis. Me es complicado ver cosas buenas en mí, y con ese punto de partida más complicado me resulta aceptar que otros las reconozcan. Serán las gafas.
No es justo por mi parte, sin querer resto valor a esas palabras y quién soy yo para juzgar nada de lo que digáis. Me es complicado ver cosas buenas en mí, y con ese punto de partida más complicado me resulta aceptar que otros las reconozcan. Serán las gafas.
Hubo un tiempo en el que me acerqué un poco a eso, a tenerme cierta autoestima y a aprender a mirarme con cierta distancia, pero no supe digerir las mieles del éxito y salí huyendo de mí mismo como cura de humildad.
Me veo mediocre en lo que soy y en lo que hago. Sé que no tiene que haber nada malo en eso. O al menos que no tengo por qué juzgarme a cada minuto. Trato de dar lo mejor pero siento que me pongo trampas y frenos sin dar tregua. Un bloqueo. He saboreado más el fracaso que el éxito, y mis éxitos los he convertido en meros trámites que me exigía cumplir casi como una obligación.
Hay algo en mí que falla. Y más aún cuando los demás pagan por ello.
No te ves. Destapa. Eres una cebolla, lo de dentro es lo que no ves y tienes.
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