Me gusta el frío en la calle desde casa. Despertarme con la radio, vencer la pereza de madrugar y aprovechar la mañana. Ducha temprana, desayuno consistente, la cama hecha y salir por la puerta para comerme el mundo. Me gusta ir por Alcalá en bicicleta y sentir el viento helado golpeándome en la cara, exhalar vaho y mantener el equilibrio ante un semáforo en rojo. Sentirme eficaz a la par que libre, y engañarme creyéndome más listo que el resto. Me gusta leer tumbado en un sofá, y quedarme dormido entre las líneas. Sentir que aprendo algo nuevo. Que creo algo nuevo. Me gusta liarme un cigarro en un bar donde no puedo fumar, y leer el periódico desde la última página. Los titulares, porque son relatos breves. Y los debates, porque me recuerdan al cole. Me gusta creer que me ves a solas y que piensas en mí. Fingir que estás presente cuando hago algo y querer hacerlo bien sólo por eso. Me gusta pensar en bobadas y reír por lo que no tiene importancia. Me gusta hablar solo. Y me gusta escribir esto.
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