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martes, 28 de junio de 2011

Imagen

Que viene del latín imitari (imitar). 

Eso es lo que se les propone ahora a los empleados de Mercadona, así que ya no podré trabajar para ellos y un sueño menos sin cumplir. Claro, dónde voy yo con mi barba de semana y media, mis pendientes y mi estilo al combinar tacones con tirantes. No doy buena dosis de eso que piden, y a ver quién va a querer pasar por mi caja registradora o consumir los productos que con tan mala facha depositaría en los estantes desde mi traspalé. Lo entiendo... no, no, de verdad. Es la misma regla de tres que me hace repudiar los kilos de maquillaje fuera de un escenario, la laca como norma o el nudo Windsor en las corbatas, sólo que la suya es Directa y la mía Inversa (la regla de tres). 

Siempre he tenido problemas, no se crean, con esto de afeitarme los meses primos, no vestir (ni comprar) ropa de marca o hacer de mi piel un lienzo. Mis notas académicas bajaron notablemente a raíz de taladrarme el pezón izquierdo y mi capacidad de abstracción se esfumó nada más convertir mi flequillo borjamariano en rasta. 

Un desastre.

Así que desde aquí mi respaldo a tan notable idea y mi leal compromiso a denunciar cualquier acto de traición en cualquiera de sus empleados. No seré yo quien tolere atentados contra lo evidente en pleno siglo XXI ni recuerde a quien escuche que Imagen e Imaginación comparten algo más que un origen  común.

(Que la segunda es algo más que una muestra de inteligencia.)

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