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sábado, 28 de mayo de 2011

Las siete diferencias

que así, a bote pronto, se me ocurren, entre un peatón y un corredor son:

1. El peatón anda y, a veces, corre. El corredor, lo contrario. 
2. El peatón llama mucho más la atención cuando viste mallas.
3. El peatón suele ir por la acera y el corredor por donde le dejan.
4. Un peatón se desplaza aprox. a la mitad de rapidez que un corredor. 
5. El que anda mucho no tiene coche, y el que mucho corre poco aprieta.  
6. El peatón se deja ver por cualquier lado. El corredor es más asilvestrado.
7. El peatón realiza trayectos generalmente cortos y el otro... realiza trayectos. 

Estas siete diferencias van dedicadas al ciclista que tan amablemente me ha recordado que correr se hace por las aceras y no sobre un carril bici, a lo que me he callado como una puta, más que nada porque si abría la boca vomitaba los higadillos. 

Yo, que me considero al mismo tiempo corredor y ciclista básicamente porque corro y voy en bici (de la misma forma que no por escuchar tus pecados o mirarme en el espejo de vez en cuando me creo el confesor de nadie o un jodido ególatra)... yo, repito, cometo el error de echar en el mismo saco a unos y a otros: corredores y ciclistas, que requieren de pistas continuadas y ajenas al tráfico de cualquier tipo (coches y peatones) para hacer de su deporte su bandera o simplemente para desplazarse de un lado a otro con la mayor de las garantías. Por eso, amable ciclista, a quien tantas molestias he creado al no haberse visto obligado a modificar ni planes inmediatos ni trayectoria en su desplazamiento entre los puntos A y B, te pido perdón por haber invadido un carril que también es mío a veces y haber desoído la cuña publicitaria que nos recuerda que, con esfuerzo y comprensión, en la ciudad cabemos todos.

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