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jueves, 26 de julio de 2012

Ya veremos

En el mismo intervalo de tiempo en el que otros muchos parecen haber hecho su vida, yo me lo he pasado teta tratando de averiguar qué hacer con la mía... Bueno, no, dejándome llevar (más bien) en espera de saber qué es lo que quería hacer la vida conmigo, lo cual no sólo es peor sino que resulta más propio de mi forma de ser.

Lejos de compararme y juzgar qué es mejor o no, vuelvo a lo de la senda perdida, bla, bla. Lo achaco siempre a un cansancio prematuro, a un hacer de más cuando no debía y llegar a los últimos 400 m, que es donde te juegas la medalla, habiendo pecado de confianza y vacío de reservas. Y no es que hayas entrenado menos, o tengas pocas o muchas aptitudes... simplemente no planteaste bien la carrera, y estas cosas son tan desagradecidas que te juegas el todo o nada en cuestión de milésimas, y espera tú otro tanto a la siguiente competición... ¡Ja!

¿No os pasa que, pese a vuestras creencias, os imagináis de cuando en cuando a un juez superior que os ha seguido la trayectoria todos estos años y dictamina lo que es justo y lo que no? Uno cree a veces que saquito a saquito va acumulando méritos para algún que otro gallifante disfrazado de tiempos mejores, pero oye, se paga caro el cabrón: debe ser que concursamos muchos y la competencia es feroz. Pero sí, uno lo piensa, y hasta toma cartas en el asunto, en el poco tiempo libre que le queda más allá de blogs, teclados y pantallas. Ya veremos si ganamos o no alguna ronda.

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