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martes, 8 de noviembre de 2011

La conciliación

Pocos conceptos tan echados en falta en estos tiempos, en los que (por ejemplo) corres el riesgo de ser etiquetado de vago si sales a tu hora del trabajo. Porque el que concilia encuentra la tierra de nadie entre dos realidades que son opuestas a priori, y edifica en ese espacio un proyecto válido para ambas partes. Y qué bonito. Y qué difícil. 

Es uno de tantos dramas de la vida moderna: lo de no ver la luz del sol más allá de los cristales de una oficina o delegar tu vida social a la agenda del Outlook; y claro, uno se pregunta que si después de miles de años con ensayos, errores, más ensayos (y muchos más errores) en esto de salir adelante, esto es lo que nos toca, triste recompensa la que nos hemos regalado. 

Triste, también, quien confundió modernidad con progreso, pues siempre lo ha dicho mi padre: ¿qué tendrá que ver los cojones para comer trigo?






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