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jueves, 31 de mayo de 2012

La ley natural

Al pasar la bankia me dijo el bankiero:
"me sobran ladrillos, dame más dinero"

Esto no es una crisis: es una estafa. Viéndolo así todo es más sencillo de entender, aunque toca más la fibra. Hemos sufrido la burla de unos muchos, cuya única diferencia con la mafia radica en el tipo de negocio donde han decidido lucrarse. Nos han tomado el pelo, sí. Algunos (incluso) se lo han tomado a sí mismos, porque habrá quien lo haya hecho no por maldad sino por ignorancia. ¡Cachis! Con lo que pesa un bolsillo lleno...

La palabra "banco", como todos sabréis, viene del lugar donde se subían los prestamistas en la plaza de turno desde la Edad Media. Cada prestamista, un banco. Si alguno "caía", su banco era automáticamente destruido por los compañeros (a golpe de hacha), y de ahí viene lo de "bancarrota" o "quiebra". Los judíos, además, han sido quienes tradicionalmente han sido vinculados a esta actividad. Normal, por otra parte, ya que tradicionalmente el cristianismo promovía los oficios artesanales y conceptualmente productivos, con lo que estaba más que mal visto este tipo de actividades propias de intermediarios. Los judíos no sufrían dicha carga, así que sumaron una causa más a su persecución de siempre y desde entonces fueron, además, envidiados por dedicarse a una profesión deshonesta (a la par que lucrativa). 

¡Qué bonito!

Hoy, supongo, los banqueros ya no van circuncidados, así que se la repela de dónde nace su invento. Puestos a eso (a inventar), se han sacado de la nalga paquetes mezclalotodo a costa de préstamos en los que lo que menos les importaba era si serían o no devueltos. ¿Qué más daba? Los metían en la olla exprés, les daban otro nombre y a encasquetárselos a otro. "Sí, sí, sí, garantizados", decían los malvados.

Imagino que a los pobres nunca les explotó un globo en las manos. De haberlo hecho, se hubieran parado a pensar en las consecuencias que tiene eso de inflar y de inflar ¡¡Pim, pam, pum!! Y todo se va a la mierda. Pero son listos, ¿no? Tendrán sus carreras y esas cosas que enriquecen a las neuronas. Son listos y saben que, sirva el símil, eso es como hinchar, hinchar, hinchar los cojones, que a ver si el dueño va a estallar también y la liamos.

Al fin y al cabo es temario de primaria, y hasta mi sobrino intuye que son las únicas leyes (las naturales) las que actúan sobre todos nosotros sin distingos. Eso las convierte en las más justas (por ecuánimes y constantes) y da la razón a quien dijo eso de que le gustaban los mitos, sólo que la ciencia es mejor.

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