Te ubico en Tokyo ahora, después de no sé qué periplo entre Camboya y tu pequeña isla de Okinawa. Querías viajar, conocer, compartir, vaciarte en los demás y vivir, sobre todo vivir. Con tus 24 recién estrenados vaya si lo has hecho, y cuánto me alegro cuando leo sobre ti y veo todas esas fotos de lugares donde aún no he estado.
Mi hermana pequeña, esa que nunca tuve. La hermana pequeña de todos. El impulso imposible, la libertad compartida, un atardecer mirando al mar. Todo aquello me llevé de ti y mucho más que se deja intuir en la distancia y entre los muchos recuerdos que me dibujan la sonrisa en la cara. Desde aquí, desde tantos kilómetros que nos separan, te felicito, por lo poco que sé y lo mucho que te desconozco. Por abrirte a mí y encontrar en lo exótico una especie de alma gemela muy entrecomillada. Te felicito por lo que fuiste en el rato que compartimos y sobre todo por lo que hayas podido crecer desde entonces, y coger carrerilla para seguir mirando hacia el futuro con ese hambre de gente con el que te encontré.
Te diría que no cambies, 'locamaika', pero apenas si te llegué a conocer. Por suerte no me cabe duda de que seas como seas, seas quien seas, si algún día volvemos a coincidir los años no habrán pasado por nosotros. En eso, supongo, debe consistir lo de viajar en el tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario