Hay una escena en 'Across the Universe', película probablemente denostada por más de un acérrimo fan de los Beatles (o no), en la que un muchacho comienza cantando a capella el 'Let it be' de McCartney con los disturbios de Detroit como contexto. La imagen escarpa, sin duda, y ayuda (creo) que nunca tres palabras tuvieran tanto que decir en una canción. El montaje en paralelo simultanea dos pérdidas, dos entierros, y el piano arranca por debajo para que la solista del coro prosiga con la versión.
Son dos minutos que he revisado un par de veces esta mañana, mientras peleaba conmigo mismo para no sentarme en la mesa de edición. Y luego he pensado: mis alumnos aprueban, mi jefe está contento conmigo, vuelvo a ser dueño y señor de la casa, la brisa agita, yo estoy sobrio y alguna vez habrá una respuesta (como también dice la letra).
Todo va bien.
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