Pero más que el fútbol la prensa que nace y muere en este deporte y que nos concede lo que no es dar patadas a un balón como información polideportiva, amén de un regalo. Es la degeneración de la información, el relleno por el relleno, hacer noticiable lo que es profundamente indiferente. El fútbol + aquel deporte cuyos derechos de retransmisión cubra esa cadena... tomar algo sin mayor importancia y barnizarlo de lo mejor y de lo peor... fingir como interesante algo que me sabe aburrido.
Mi convicción aumenta cuando encuentro en personas a las que prejuzgo como modelos sin inquietud ninguna una desbordante aficción por (retomando la idea) el balonpié. Son iconos del sofá y la cervecita, del auricular en la procesión y de la tertulia en torno a un penalti inexistente. Haylos, sin embargo, y me viene a la cabeza el dicho ése de que el periodista que no vale para todo lo demás entra en la sección de Deportes.
Y caigo en lo fácil, pero ¡qué bien se siente uno, coño!
Mi convicción aumenta cuando encuentro en personas a las que prejuzgo como modelos sin inquietud ninguna una desbordante aficción por (retomando la idea) el balonpié. Son iconos del sofá y la cervecita, del auricular en la procesión y de la tertulia en torno a un penalti inexistente. Haylos, sin embargo, y me viene a la cabeza el dicho ése de que el periodista que no vale para todo lo demás entra en la sección de Deportes.
Y caigo en lo fácil, pero ¡qué bien se siente uno, coño!
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