Antes de que sonara el despertador recordaba bastantes detalles del sueño. Era antes de las 7 (no sonaba aún la radio), pero no llegué a mirar la hora porque tampoco llegué a despertar del todo. Simple consciencia de que estaba tumbado, de costado, en la cama, mirando a la pared. Sin ganas de levantarme ni irme a ningún lado.
En el sueño, imágenes conexas donde tú eras el denominador común. De noche, caminaba por una carretera junto a una balconada que se alzaba al margen izquierdo. En la distancia, tu hermana, tus primas y varias personas más, yo buscándote entre ellas. En una sala (quizá trás la balconada) tú y yo lográbamos enlazar las manos y encontrar cierta calma entre el tumulto. No había nada erótico en el acto, simple equilibrio e ingenua necesidad de sentirme a tu lado en ese momento. Indicios, tal vez, de cierta correspondencia.
En ocasiones, cuando te tengo cerca y me cuentas un montón de cosas sobre ti, o de repente soy yo quien se arranca a hacerlo, mi cabeza se para en seco y piensa: "es verdad, Lández, está delante", para luego ser más consciente de que no estoy soñando, que me merece la pena disfrutar de ese momento, y de que vuelves a ser bienvenida una y otra vez.
Para terminar, simplemente recordarte que no me es nada complicado que estés. En absoluto.
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