Podría hablar de mil chorradas pendientes, supongo, pero las voy archivando en un cajón del cerebro sin mucha idea de si las recuperaré con la misma frescura con que fueron concebidas. Veo un cartel en las afueras de Meco que me llama la atención y pienso: "buen tema... o no". Me escribes un email donde me dices que prefieres no escuchar el nombre de ciertas personas y me pregunto: "ahí hay algo... o no". No tener Internet es una putada a veces. Lo suyo sería obrar de esta forma: 1. tengo la idea 2. tengo tiempo y ganas de darle vueltas al asunto 3. escribo. Pero aquí falla el canal.
Esta mañana madrugo para comprar medio peso de naranjas de zumo en el mercado de los Lunes, y al pasar junto al puti de toda la vida en el barrio, veo horrorizado un cartel de SE ALQUILA que me dice claramente que ya no tendré oportunidad de pasar y descubrir por mis propios ojos cómo era por dentro. He podido ir en mil y una ocasiones, cierto, pero lo que me gustaba en el fondo era saber que estaba ahí, abierto para mí, por si algún día, víctima de la desesperación y tras encontrarme un billete de 50 en el parque, me daba el punto.
¿Dónde quedan los buenos tiempos, donde Anga y Afrodita covertían mi zona en un minibarrio rojo redecorado con jardines? Todo pasa, sin duda, y pedir la vez para comprar la fruta ha perdido la frescura de antaño, sabiéndome incapaz de poder alternar con billetero a dos minutos de mi portal.
Desolado, escribo estas líneas al calor de un bar que me encanta, con los clásicos sonando, y habiendo saboreado, como cuando era más pequeño, un delicioso café con leche (y con galleta).
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