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miércoles, 19 de septiembre de 2012

solipsismos

Tengo la manía de ejercer de contrario frente a quienes conforman una mayoría delante de mis narices. Me gusta el riesgo, ya veis, y ahora que hemos dicho adiós a la Esperanza y un hasta luego a Don Carrillo, no voy a ser menos.

El mundo está cambiando, y está más necesitado de debates y valientes que nunca. Ambos personajes lo fueron, no hay duda (valientes), aunque ideológicamente anidaran en las antípodas y ambos acumularan, según qué balanza, luces y sombras en su haber. Nos es muy fácil honrar a los muertos y a los que se apartan de la primera línea, aunque hemos tenido mucho de brindis a Sol, hashtags de cotillón y revuelo en las redes sociales (curiosamente más ante la renuncia de ella que frente al fallecimiento de él). Pero nadie se convierte en malo ni bueno cuando se da algo por terminado, cada cual es responsable de lo que dijo, hizo y firmó, y tendríamos que aprender a valorar más a los vivos y a criticar en su justa medida a los que ya no lo están.

Leo ahora que crece la idea de una segunda Transición, ya que la primera no es tan chachi como nos lo pintaron. Yo la veo necesaria, sí, pero dudo mucho que los de ahora tengan más altura de miras que la que les haga llegar a su bolsillo. (Es lo que tiene ser neonatos en esto de votar, que quien sale ante el micrófono se cree Ramsés y se lía la manta a la cabeza levantando templos a su nombre a costa del contribuyente.)

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