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viernes, 29 de julio de 2011

Perfecto

Ya lo habré comentado alguna vez, pero uno de los mayores logros del ser humano ha sido la conquista de su privacidad.

El peligro de llevar esto hasta un extremo es denigrar lo contrario: lo público. Porque lo público ha quedado como ese espacio vacío que queda entre tu aliento y el mío, donde cabe todo y nada, y que permanece siempre con la puerta abierta para que cualquier gilipollas pueda hacer de ello un uso un tanto indebido. Lo público parece gratis, barato, por derecho y perteneciente a todos pero sobre todo(s) a mí, y así nos va. Traemos el cine al salón para no escuchar la risa del de al lado, la piscina al jardín para no mojar nuestro culo con desconocidos, y el bar a nuestro vaso porque en algunas casas todavía nos permitimos fumar. Elegimos nuestro coche ante incómodos autobuses, trenes tardíos y una pereza exponencial. Y todo es perfecto, hasta que deje de serlo.

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