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domingo, 12 de febrero de 2012

Animales políticos

Son tiempos convulsos y, por desgracia, estoy siendo partícipe y testigo de muchas más discusiones sobre política de las que me gustaría. Es algo que no merece la pena, creo, tratar de defender a unos u otros porque, aparentemente, comulguen con la forma de pensar que uno tiene y finjan abanderarla en la búsqueda del bien común. Nos acaloramos, alzamos cada vez más la voz (porque asociamos erróneamente el volumen de lo dicho con la verdad que encierra) y nos ponemos a nosotros mismos como ejemplo de nuestros argumentos. Acabamos mal, though, acusándonos de no escuchar, de no saber hablar y, sobre todo, de vivir al margen de una realidad que nos devora a cada minuto.

No merece la pena, insisto, que dos personas se alejen por participar de perspectivas diferentes ante un problema común. Nos une mucho más que unas ideas y, como en casi todo, existe un punto medio donde encontrar la conexión. Punto de partida para construir una solución que se revele como idónea para ambas partes.

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