con una sensación extraña. Como si fuera yo el que cogiera las maletas rumbo a la aventura... Que extraño, ¿verdad? No sé... espero haber podido estar ahí, después de todo, y que te vayas con la convicción de que estaré esperando tu regreso, y que los días intermedios no pueden ser lo mismo sin saberte a un rato andando de mi casa. No serán peores, o al menos deberíamos pensar así, para dotar de sentido cada decisión tomada y armarse de valor al querer llevarla a cabo.
Te irá bien. Porque si algo queda de honradez en este mundo así tiene que ser, y tú reúnes más cualidades que nadie para cumplir mi profecía.
No te rindas. Porque tu esfuerzo ha de ser motivo de orgullo, abono de tiempos mejores, y previo de tantas sonrisas que aún debemos compartir.
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