Echaba en falta la rutina de coger todos los días el tren. Sensaciones en las que no reparas hasta que las encuentras x años después, y vas familiarizándote con las caras que se suscriben al mismo horario que tú, y buscan el mismo vagón todos los días, y cuando no quieres mirar te miran y viceversa. Es, sin duda, el mejor medio de transporte que se inventó, y te conecta de nuevo con otro tú, con otros años, con otra manera de mirar tras la ventana. Otros ojos, disfrazados bajo un color que apenas se ha alterado.
A cambio se puede leer mucho.
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