Uno se sabe ignorante, y por eso quiere aprender. Siempre. Sea lo que sea y le aporte lo que le aporte. Perfecto. Y escucha, y escucha, y guarda y guarda datos, conexiones, causas, causantes, efectos, y ata cabos y cabos y más cabos, y todo cobra un sentido que ojalá no tomase pero que está ahí, y lleva estando más tiempo del que logras concebir y sí, todo es una mierda y adiós al sentido (común y extraño) y a la esperanza (nanométrica) de que todo cambie... Uff... Entonces tu compañero de la izquierda, con la boca llena de judiones, plantea con serenidad la siguiente reflexión: "prefiero vivir 20 años despreocupado que 40 preocupado", y el solomillo a lo Pedro Ximénez te sabe de otra manera. "No le falta razón", piensas, pero apostaste por la roja (la pastilla), y ya no hay vuelta atrás.
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