Explicaba el ponente que nuestra personalidad, sujeta como todo a las garras estadísticas, cumple también con la campana de Gauss. Un 90% ¿somos? gente más o menos normal, que hace lo que puede y se suma a la causa (aunque sólo sea por interés propio). Los "tontos del culo" suman el 5% de un extremo y en el otro habitan los hijos de puta (sin comillas). Estos últimos son los que la lían, me temo, aunque a menudo sea mejor tratar con un cabrón que con un idiota, por eso de verle venir.
El ponente hablaba de gestión humana y de mecanismos desiguales en virtud de que no todos respondemos de la misma forma si pulsamos la misma tecla. (Parece evidente.) Se refería, imagino, a ese 90%, pero dentro de él me llama la atención ese grupúsculo que no anida muy lejos de la frontera con el hijoputismo, que tanto miedico infunde en los prepúbers, y que se oculta entre nosotros, esperando su oportunidad para subir a la palestra y gobernar el mundo.
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