Desalojan un Sol que brillará con luz de invierno a partir de mañana. No es el fin de nada (dicen, leo, pinto, imagino, quiero, espero, pienso...) pero la foto será distinta, y nos vemos recluidos en el refugio de que al menos hubo una estampa para el recuerdo.
Como todo, ha sido, es y será caldo de matanza para unos y otros, diestras y siniestras. Y sé que es difícil asumir que uno manipula en todo lo que hace, lo quiera o no, por acción o por omisión, pero desde el filtro que no podemos evitar ser ¿por qué no insistimos en no querer comunicar algo bajo una mínima honestidad? Las líneas editoriales, el buenrollismo y el pataleo están muy bien, pero la ley, la libertad y la indignación no deberían vestir distintas camisas según sea martes o festivo, y lo peor de todo es que se sigue tirando de fondo de armario, nos vemos obligados a ser anónimos bajo una máscara de película y a buscar el giro copernicano en eso de quién debe temer a quién (si el pueblo al gobierno o el gobierno al pueblo).
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