Un rato de domingo, nada más, dando pedaladas por el centro, por las mismas calles que tanto recorrí de madrugada, tratando inútilmente de recordar nombres de locales que en otro tiempo se hicieron llamar bajo otras letras.
La quietud y la calma de un paréntesis emocional, mudando la piel por otra menos dolorosa que me concede el capricho de un libro de Dickens de segunda mano. (Mi regalo particular, para que cumpla otros tantos.) Y al lado estás tú, en cuya mirada imagino toda una vida juntos.
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