Anoche volví a coger ideas interesantes de la tele, niña, aunque parezca sorprendente (que vengan de la tele y yo las coja). Uno desearía un cerebro capaz de retener discursos de la 'a' a la 'z', pero aún no sé dónde se compra, y para eso están los reyes (los que siempre pidieron perdón). En cualquier caso, me quedé con dos de ellos.
En el primero una alpinista hablaba de lo que nos nutre, pues no sólo es lo que comemos sino también lo que pensamos. Parte de su entrenamiento consistía en saber diferenciar la chatarra de lo útil, y en su primer intento al Everest supo digerir las malas noticias para encauzarlas por el camino correcto. ¿Que hoy no puedes? Mañana tal vez sí. ¿Que por aquí no? Eso habrá que verlo... La misma alpinista coronó en su segundo asalto, y en la cima encontró a un compañero que llevaba una hora entera en la cima, a riesgo de morir debido a la altitud y las bajas temperaturas. Cuando la vio, la abrazó, y es que no importa lo alto que uno llegue, si la alegría no es compartida.
El médico español, por su parte, habló del miedo, eso que te agarrota, que te lleva al conformismo y que fortalece la burbuja. Dijo que atreverse, dar un paso adelante... saca lo mejor de nosotros mismos, y que no importa tanto el destino al que te lleve porque el éxito ya reside en el intento. Ser valientes nos engrandece, en definitiva: nos hace ser mejores.
El médico español, por su parte, habló del miedo, eso que te agarrota, que te lleva al conformismo y que fortalece la burbuja. Dijo que atreverse, dar un paso adelante... saca lo mejor de nosotros mismos, y que no importa tanto el destino al que te lleve porque el éxito ya reside en el intento. Ser valientes nos engrandece, en definitiva: nos hace ser mejores.
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