A las 23:24 quiso el presentador tener su minuto de oro, por lo que interrumpió la entrevista y se relajó ante la cámara para intentar no hacer nada. Total, miles de minutos de oro surgen arbitrariamente por motivos mucho más absurdos, así que quedarse sin hacer nada delante de una lente me parece algo infinitamente más digno e interesante que otras tantas bobadas que te tragas bajo guión.
Dicho lo cual, hablaron de avatares: esos bichos azules que copulan con la Naturaleza conectando su cola a un pistilo, sí, pero también nuestro alter ego virtual, ése al que ponemos cara de interesante bajo la luz del flash, y miramos al infinito, sonreímos a la vida y mostramos nuestro lado mejor, hiper guays todos; y nos gusta Sartre, Silvio y la Madre Teresa, y nuestra inteligencia será directamente proporcional a la profundidad de las citas que compartimos. Oh, yeah!
Grandes, grandes. Si fuéramos como queremos esto sería el país de los osos amorosos, pero por suerte lo que vemos en pantalla no muestra un mundo mejor al nuestro, y si lo parece basta con rascar un poco y descubrir que uno es como es, por más máscaras que compre.
ostras, qué bueno: yo sé de uno que, en efecto, diría "¡grande!" al leer esto...
ResponderEliminarmuy, muy bueno