Recibí el 2012 con trece uvas y dos estupendas potas al rato de acostarme a las tantas. Fue algo buscado, no obstante (lo de las potas, no lo de las uvas), tenía decidido pillarme un buen moco y lo logré. Creo que si pongo el mismo empeño en lograr mis objetivos de año nuevo, estas cuatro cifras van a ser bien recordadas.
Pero es creencia, no ciencia, y como dicen los expertos esto no implica que no exista, sino que no se puede predecir el resultado ni reproducirlo en un laboratorio. Creamos aun así en que dentro de doce meses, al echar la vista atrás, hagamos un buen balance de todo lo logrado y deslogrado, de pérdidas y encuentros, de sonrisas y lágrimas. De nosotros depende, en buena medida, que así sea.
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