Eres como yo.
Tu tronco, enhiesto, tiembla de frío pidiendo un manto bajo el que arroparse. Tus ramas se estiran más de lo que son capaces para tocar el cielo, gritando libertad y mostrando desamparo. Tu copa, ausente, evidencia el invierno que atraviesas; mas tus raíces son férreas, y no permiten que te hundas. Los anillos que escondes denotan una vejez prematura, y tu aspecto siempre alejó a quienes quisieron refugiarse bajo tu sombra.
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