Dirás que ya me vale.
Te preguntarás por qué no te he llamado, después de más de un año. Después, realmente, de varios años. O no... Tampoco soy tan importante para que te plantees estas cosas. "Es lo que tiene dejar estas decisiones a alguien patológicamente tímido como yo", aunque no te lo creyeras. Lo de tímido. Lo de dejado creo que sí coló. En cualquier caso no es una excusa, y debería haberte llamado después de aquello. Nadie te puede decir lo mucho que significaste para esa persona y luego desaparecer como si nada. No es coherente. Pero en mi cabeza todo cuadra. Mi cabeza... ese es el problema. Sigo pensando lo mismo. Lo mucho que significaste. Mi cerebro funciona a base de ideas muy concretas que separo con puntos y seguido. Retazos. No encadeno dos subordinadas seguidas. Son imputs que me vienen. Y que escribo. Sin pararme a pensar. Porque así es sencillo escribir, supongo, o eso decía McCourt: "escribe fácil".
Alguna vez lo he pensado, lo juro. Eso de llamarte. Pero me da tanto miedo. Miedo a no saber qué encontrarme. Miedo a no saber de qué hablar para parecer interesante. Porque tengo que ser alguien interesante contigo. No puedo ser yo, o no me atrevo. Creo, además, que no me conociste. Que no me dejé ni siquiera intuir. Seré un cobarde... Fui un cobarte. Y un estúpido. Por no pelearte, si lo sentía. Por ver cómo se fue... lo poco que hubo, al menos. Te sentías sola y llegué yo. Me sobraba. Al principio. Entendí mi papel. Eso fue más tarde. Y no, no es un reproche. Al contrario.
Ese email fue fácil. Cinco minutos de grandeza. Cuatro líneas a las que he podido dedicar horas para que todo encaje. No fue el caso, pero nadie lo sabrá. Lo envías a la nada, apagas el ordenador y te olvidas. Si no hay respuesta, no importa, tú ya cumpliste. Si la hay... valió la pena. Llamarte es otra cosa. Llamarte es escuchar tu voz o tus silencios. Es recordar y no saber a qué atenerte. O qué esperas de mí, si es que esperas algo y mi imaginación no me traiciona. Porque a veces me traiciona. Mi imaginación.
Es incoherente, lo sé. Mi forma de escribir. Mi forma de pensar. Hoy. Ahora. Quería felicitarte, pero me ha salido esto.
Dirás por qué me acuerdo. De esta fecha...
No sé, siempre me he acordardo.
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