Los cambios deberían ser obligatorios por imperativo legal.
Cambios en los ejecutivos, para que cada cuatro años el partido entrante destapara las vergüenzas del saliente, y al cabo de un tiempo uno no supiera ya a quién votar.
Cambios en lo que te rodea, para no caer en la rutina de un día a día que puede convertirse en adicción sin receta conocida.
Cambios en uno mismo, para que uno tuviera un muestrario de con qué 'yo' quedarse.
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