Si me preguntas, te responderé que es una sensación de haber perdido el tiempo.
Sobre todo en los últimos años, aunque el intervalo se podría ampliar a toda una vida, en verdad. Creo también que es algo que todos llegamos a afirmar tarde o temprano, así que puede que no sea un guionista tan original, pero el sentimiento reincide tanto que uno se llega a creer que hay algo de verdad detrás. No paro, es cierto, trabajo bastante, duermo poco (y más que muchos) y la edad te hace estar más cansado de lo que te gustaría admitir. Mucho me es indiferente, y lo que de verdad (me) importa pierde parte de su valor al contarlo. Tengo tantas cosas en la cabeza que la mayoría no llegan a ver jamás la luz del sol, y pienso en ti (que asumes tantos nombres) tan a menudo que agotas sin hacer nada para impedirlo.
Y mientras tanto pasan los días (como clones) y uno se pregunta si la vida es esto: ver cómo nace y muere el círculo amarillo mientras aquí abajo todo sigue más o menos como antes. Te ves tú también nacer y morir tantas veces que la inmortalidad de tus ganas se convierte en algo carente ya de sentido. Maldita timidez... la que me hace agachar la cabeza si me cruzo contigo o mirar a otro lado si veo que el tren está a punto de partir.
Mira que lo intento, pero sigo tu ejemplo al no hacerme caso, y la cuarta dimensión (ésa de la que no paro de hablar) sigue su curso ajena a todo, incluido yo mismo (hormiguita), y me insiste de nuevo en la inexorabilidad de sus engranajes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario