Me pregunto quiénes sois. ¿Quién de repente decide leer veintitantas entradas a la una de la mañana? ¿Quién hizo el número mil? ¿Quién entra a ver lo que escribo? ¿A quién le interesa?
A algunos os pongo voz y cara. A otros, si es que hay otros, no os conozco. Es el ego, o el sentirse seguido, lo que hace que día a día revise las estadísticas con cierta curiosidad. Aquella voz sobre el escenario se preguntará lo mismo de su público, supongo. O un poeta. O el productor al ver la taquilla de su película. Por qué ella, por qué ese día.
La misma sensación al recibir tu llamada, al leer tu email, o al tenerte cara a cara. Por qué yo, por qué ese día.
Pedir respuestas es infame y conocerlas pretencioso, así que me quedo con las ganas y mañana será otro día. Haremos como que no he escrito nada de esto, y cada cual que decida si quiere o no seguir viajando conmigo mar adentro.
¿Por qué? ¿Quién seré yo? Me lo pregunto cada día. Quizá tú lo sepas mejor al leerme. ¿Por qué te leo? Porque me interesa lo que tengas que decirle al mundo. Porque escribes bien, porque te abres desde tu timidez. ¿Por qué ese día? ¿Por qué la llamada? Por tantas cosas...porque quizá, la gente te valore más de lo que piensas, a la gente le intereses más de lo que crees. Porque quizá tu sonrisa sea como una explosión digna de ver, tu voz la calma, tus ojos la curiosidad de leerse en ellos por momentos. Porque quizá tu compañía, virtual o real, sea enriquecedora para alguien. ¿Por qué los cafés, por qué las charlas, por qué lees tú a otros, por qué llamas a los demás? Ahí tendrás, probablemente, gran parte de la respuesta que buscas.
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