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martes, 27 de marzo de 2012

Previsto

Hemos construido un sistema que nos persuade a gastar el dinero que no tenemos en cosas que no necesitamos para crear impresiones que no durarán en personas que no nos importan.
Emile Henri Gauvreay

¿Quién hubiera previsto que hacerse mayor iba a ser así?

Hacerse mayor es mucho decir, si tenemos en cuenta la carga de madurez que conlleva la expresión, pero sirva para reflejar el ineludible paso del tiempo. ¿Quién lo hubiera previsto, no obstante? De haberlo sabido, uno hubiera elegido ser eternamente joven, y quedarse con las ganas. Tendríamos que haber nacido al revés: viejos, y haber ido rejuveneciendo paulatinamente con los años, como en la ficción. De adolescentes no cometeríamos los miles de errores que nos tocó, y de niños gozaríamos de toda la experiencia que da una vida para disfrutar en esencia del aire, del sol, de ti. 

Hacerse mayor fue, en parte, más de lo mismo: equilibrar la balanza, quitando sobras de un peso para dejarlas en el otro. Perder para ganar, y todo lo contrario. Lo que se pierde, aun así, se tiene muy bien anotado en el debe de la tabla, pero aún quedan algunos que no tienen muy claro qué han ganado a cambio, si es que han ganado, o si por el contrario viven, sienten, padecen lo que siempre han vivido, sentido y padecido, pero con más lastre en la mochila.

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