Es una tarde extraña. Entre mi continuo debate interno tratando de dar con las razones de por qué no termina de complacerme casi nada de lo que hago, la oficina se presenta más solitaria que otros días. Algunos pendientes, quizá, de lo que acontece en el pleno del Ayuntamiento; otros siguiendo con fervoroso afán informativo la cuenta en twitter de más de uno; y otros, simplemente, ausentes.
Un vacío temporal en esta rutina de enviar emails, presentar bosquejos, modificarlos, tratar de no cagarla en exceso y esperar respuestas. Yo prácticamente solo ocupando toda una segunda planta. Tratando en vano de forzar una sonrisa que dudo que florezca.
Y a falta de expectativas, de ganas y de otra cosa que llame mi atención en el despacho, se me ocurre escribir. Práctica muy digna si no fuera por una motivación casi exclusiva de alegrar un mínimo el número de entradas en el mes de marzo, que anda algo flojo.
Mira, por lo menos tus seguidores te lo agradecemos. Algo es algo.
ResponderEliminarAbrazos