Llevabas rosas, tres o cuatro, envueltas en verde. Caminabas más bien ligera, el gesto parecía contrariado (nunca sabré el porqué), y tú mientras tan hermosa. Te encontré, imagino, en el camino de ida, y como sabes que soy muy de imaginar, deduces también entonces que las flores no eran para ti. ¿Me equivoco? ¿De ahí tu expresión, tal vez? ¿Pregunto demasiado?
Pensarías que, como en todo, hay quien entrega rosas y hay quien las recibe, quien ve lo que hace el resto y quien mira hacia otro lado. ¿Sabías que el santo casaba a jóvenes? No almaceno tantos datos, pero en los años bisiestos me da por consultar el origen de las cosas. Por eso fue asesinado (el santo), por beber de lo prohibido, pues al ser uno joven se debía hacer la guerra y no el amor.
Como ves, el santo (o el tiempo) lo invierte todo.
Feliz (y es'c'upido) día.
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