Samsa despertó un buen día convertido en cucaracha, pero antes de eso caminaba con su estilo inconfundible ignorando a quienes le alcanzaron para pintarle la cara, sabiéndose superior. Siempre.
Guardo ese primer recuerdo de él, hace más de media vida. Ese primer recuerdo nítido, al menos, así como el momento en el que nos dimos la mano al presentarnos: elegantes, respetables, protagonistas de nuestra propia historia, viviendo (al menos yo) un episodio importante de los que no se escribe en los diarios.
Samsa y yo crecimos, a veces juntos, a ratos lejos, y de cuando en cuando quiso el azar que volviéramos a tropezar el uno con el otro, como si algo o alguien forzase tales encuentros de quienes eran (y son) casi vecinos. Nada del otro mundo.
Causa vértigo hacer balance y comprobar el poco tacto del paso de los años.
Samsa siempre despertó en mí una profunda admiración y el máximo de los respetos, porque tiendo a ser así de adulador con quienes ahondan en su talento y me demuestran una y otra vez su inteligencia.
Lieb Samsa,
Herzlichen Glückwunsch zum Geburtstag!
Por otra media vida en contacto (al menos).
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