los que saben como la mejor de las medicinas. Y no hablo de unos cualquieras, no señores, sino de los que saben mucho, muchísimo, los mismos a los que uno no encuentra tan a la ligera y quienes son una maravilla en eso de definirlo todo. Sí, sí, sí, el tiempo, que permite, por ejemplo, que te vea de manera tan sumamente distinta de como solía hacerlo.
El tiempo, que además es relativo. Esto mismo está escrito en los libros donde se escriben las cosas, junto con otras tantas verdades que sería imposible de enumerar y que además no me viene en gana. Por eso cada vez me extraño más ante un espejo, y la distancia entre nosotros se dilata más a cada instante.
El tiempo, amigos míos: un viaje sin retorno.
Una página en blanco.
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