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viernes, 29 de julio de 2011

Bocados

Esta mañana vi a ese chico en Hacienda. Creo que eran gemelos, y tan peculiares ambos... El de hoy sigue con ese paso tan saltarín, diez años después (diez años... madre mía), y esa semisonrisa perenne en su cara. Siempre pensé que era gay, pero verle de la mano de una rubia diez años (diez años...madre mía) aparentemente mayor que él me crea la duda. Como aquel otro chaval que solía vestir de Nero y que se refugiaba en la facultad de Topo(grafía), a dos minutos de la mía y con una biblioteca (y cafetería) mucho más sugerentes. Te hacían sentir que no estabas solo en un entorno tan sumamente ajeno en ciertos ratos, aunque nunca crucé con ellos ni media palabra, a pesar de ser todos nosotros de Alcalá. El mismo entorno creó en mí el apodo del "ingeniero humanista" (o tal vez me lo creé yo), y me hacía sintonizar mucho más con ficciones que, a modo de bocados (de realidad), gestaban en mí aquella persona en la que aún hoy trato de convertirme.

Las vistas...

... de mi futuro piso.

Perfecto

Ya lo habré comentado alguna vez, pero uno de los mayores logros del ser humano ha sido la conquista de su privacidad.

El peligro de llevar esto hasta un extremo es denigrar lo contrario: lo público. Porque lo público ha quedado como ese espacio vacío que queda entre tu aliento y el mío, donde cabe todo y nada, y que permanece siempre con la puerta abierta para que cualquier gilipollas pueda hacer de ello un uso un tanto indebido. Lo público parece gratis, barato, por derecho y perteneciente a todos pero sobre todo(s) a mí, y así nos va. Traemos el cine al salón para no escuchar la risa del de al lado, la piscina al jardín para no mojar nuestro culo con desconocidos, y el bar a nuestro vaso porque en algunas casas todavía nos permitimos fumar. Elegimos nuestro coche ante incómodos autobuses, trenes tardíos y una pereza exponencial. Y todo es perfecto, hasta que deje de serlo.

sábado, 23 de julio de 2011

Tiempo

Si me preguntas, te responderé que es una sensación de haber perdido el tiempo. 

Sobre todo en los últimos años, aunque el intervalo se podría ampliar a toda una vida, en verdad. Creo también que es algo que todos llegamos a afirmar tarde o temprano, así que puede que no sea un guionista tan original, pero el sentimiento reincide tanto que uno se llega a creer que hay algo de verdad detrás. No paro, es cierto, trabajo bastante, duermo poco (y más que muchos) y la edad te hace estar más cansado de lo que te gustaría admitir. Mucho me es indiferente, y lo que de verdad (me) importa pierde parte de su valor al contarlo. Tengo tantas cosas en la cabeza que la mayoría no llegan a ver jamás la luz del sol, y pienso en ti (que asumes tantos nombres) tan a menudo que agotas sin hacer nada para impedirlo. 

Y mientras tanto pasan los días (como clones) y uno se pregunta si la vida es esto: ver cómo nace y muere el círculo amarillo mientras aquí abajo todo sigue más o menos como antes. Te ves tú también nacer y morir tantas veces que la inmortalidad de tus ganas se convierte en algo carente ya de sentido. Maldita timidez... la que me hace agachar la cabeza si me cruzo contigo o mirar a otro lado si veo que el tren está a punto de partir. 

Mira que lo intento, pero sigo tu ejemplo al no hacerme caso, y la cuarta dimensión (ésa de la que no paro de hablar) sigue su curso ajena a todo, incluido yo mismo (hormiguita), y me insiste de nuevo en la inexorabilidad de sus engranajes.

Las piernas de la tenista

Pronto cambiaré la imagen de tus piernas por otra estampa, quizá igual de bonita (pero distinta). Ya no me acompañará cada mañana que salgo temprano de casa, camino de la oficina, de correr o de ir a tomar mi café tan necesario. Cambiaré las papeleras llenas, las aceras sucias y las baldosas de hace cuarenta años combinadas con las más recientes, levantadas por el empuje de las raíces. La funda de tu raqueta por otra más nueva y quizá más grande. El nombre de mis vecinos por otros nombres, otros gestos y otros saludos que sin duda tendré que aprender a reconocer e ir asumiendo como algo familiar.

lunes, 18 de julio de 2011

#diegolandez

Algún día seré un trending topic y mis nietos fingirán tenerme envidia cochina mientras presumen de abuelo fumando canutos a escondidas.

Niñ@s

Angelit@s. Con tres años ya celebran fiestas de cumpleaños con castillos hinchables, animaciones, catering y globos de colores. A ese ritmo pedirán en breve fiestas temáticas en Eurodisney, a los diez añitos tendrán su reservado con gogós y con doce o trece les llevarán de putas.

Y entre tanto niñ@, no me canso de editar tu rostro, avanzando y retrocediendo cada frame en la línea del tiempo hasta encontrar el instante (ínfimo y eterno) en el que, sin querer, miras a cámara.