Este titular encabeza los cientos de folletos que empapelan los cercanías estos días. Que el signo de apertura en interrogativas y exclamativas acabará por desaparecer es crónica anunciada, pero lo que viene a continuación da algo más de miedo, porque uno no quiere callar, pero cuando se atreve a hablar tiende a hacerlo sin mesura y, a veces, hasta sube el pan.
Es época de darle a la sinhueso, en cualquier caso, aunque caigamos en la provocación barata y en lo necesariamente incorrecto. Practico, también, el discreto encanto de la bordería, y eso, lejos de romanticismos, no deja de ser un arma de doble filo y ninguna afiliación.
"No lo dudes", se lee también en el díptico, y eso sí que me rechina, pues el que no duda no mama (¿o era otro el verbo?) y aun en épocas de evidencias, ir a ciegas tras el de enfrente termina generando más pereza mental que otra cosa. "¡Movilízate!", concluye, y uno ya no sabe si el signo de apertura volvió para quedarse o son cuestiones de diseño.
Por suerte, todavía quedan quienes acentuamos las indirectas como mecanismo de seducción, así que nunca quedará duda de la intencionalidad de las mismas, y así pues compro el mensaje tratando de no callar (con el riesgo que conlleva), de no dejar (todavía) de escribir y de reivindicar, desde mi escondite, pequeños encuadres en los que todavía siga creyendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario