Decía Paul Newman en una de sus películas que había dos clases de personas (tipico, sí, sí, sí): las que tienen capacidad de amar y las que no. Abono para otra entrada, no obstante: hoy hablaremos de banderas.
Porque son días donde uno ha de estar orgulloso no sólo de la madre que lo parió, sino de dónde lo hizo (hombre, por Dios). Días en los que uno se muere por llenarse la boca de miga de pan y escupir bien fuerte un "vivaespaña" de esos.
Y yo que quería ser lituano...
Así que no me extraña que uno pierda el culo por bajarse a los chinos a por un trozo de tela de esos que te valen 2 euros para colgarlo del balcón, se pinte la cara y se tiña de rojo el corazón dando brincos por los rincones al grito de "campeones", porque en nuestros ratos libres nos hacen oír cifras de ésas que no molan nada, nos engañan con el lenguaje (que si préstamos, que si rescates) y la Ñ sólo suena en los mercados de valores cuando cierra la bolsa con un nuevo mínimo anual.
Y yo que quería ser lituano...
Así que no me extraña que uno pierda el culo por bajarse a los chinos a por un trozo de tela de esos que te valen 2 euros para colgarlo del balcón, se pinte la cara y se tiña de rojo el corazón dando brincos por los rincones al grito de "campeones", porque en nuestros ratos libres nos hacen oír cifras de ésas que no molan nada, nos engañan con el lenguaje (que si préstamos, que si rescates) y la Ñ sólo suena en los mercados de valores cuando cierra la bolsa con un nuevo mínimo anual.
Pero somos los mejores, ¿eh? No nos olvidemos. Y a ver quién tiene gónadas de venir a demostrarnos lo contrario. Con la de cosas interesantes que echan por la tele y lo agustico que se está en el sofá.
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