Cerca de mi casa hay un cruce donde los coches que vienen por una calle realizan el giro sin ceder el paso a los que llegan de frente. En teoría quien conserva su trayectoria debe continuar sin mayor estorbo, y si uno la cambia se espera y punto pelota. La maniobra, pues, está mal, pero por el motivo que sea siempre se ha hecho así. A mí, que a veces me da por provocar, se me ocurrió hace un par meses ceder el paso, así, sin avisar. Los coches que venían de frente comenzaron a mirarme con estupor, y al cabo de dos o tres segundos, el de detrás aplaudía con fervor y en lenguaje bocinero mi audaz ocurrencia, pero que si eso podía meterme el ceda por el ano. Bonita anécdota.
Cambiando de tema, pero al hilo, Platón ya decía que el sabio era la persona más apropiada para gobernar... ¡Qué insolencia! Entre charlitas y otras intimidades con acólitos se le ocurrían semejantes barbaridades, como si no tuviera bastante diciendo que una longaniza no era tal, sino el reflejo de "la" longaniza. (Hay que doparse mucho y haber visto Lost 3 ó 4 veces para llegar a semejante conclusión.)
Pero vamos, no pretendo ahora hablar del griego, ni siquiera de mi ano, obviando la relación entre ambos términos. El tío va y dice que la sabiduría es lo que caracteriza a los gobernantes, cuyas mentes se han desarrollado tanto que son capaces de entender las ideas y, por lo tanto, tomar las decisiones correctas para encaminarnos a un Estado justo. Con un par.
Yo, que no sé mucho de nada, me pregunto cuánto pagaron al matón que se cargó al sentido común. ¿Facturó el encargo? Y lo más importante de todo, si se lo pidió un Ayuntamiento... ¿lo habrá cobrado ya? A lo peor (y sospecho que así sea) sencillamente nunca lo hubo, y me refiero al más común de los sentidos. La prueba la encuentro todos los días cuando leo la prensa o escucho a algún político. Te dan ganas de preguntarles: "¿qué opina usted del concepto de longaniza?" ¿Y de su primo hermano, el chorizo? No, Lández, no... no caigas en lo fácil.
Los políticos de hoy, que por suerte son los únicos a los que he conocido, tienden a ser una mala copia de los sofistas de antaño. Lo malo de eso es que luego llega el tío Sócrates y los pone de vuelta y media, porque en lugar de perder el tiempo con palabras vacías es mucho más guay preocuparse por el hombre y llegar a conclusiones de vez en cuando. Ojo el tío lo que sabía.
Yo a las conclusiones que llego mientras desayuno mis cornflakes son que:
a) prefiero el pan tostado con aceite.
b) la pena de nuestra Democracia es que ya no sé a quién votar.
La (a) tiene fácil solución, pero con la (b) tengo un problemón. Tengo unos cuantos meses antes de las próximas elecciones y un blog por delante para ver si lo soluciono, pero ya jode que entre unos y otros se hayan cargado la ilusión de un votante tan decisivo como yo. Si Azaña levantara la cabeza, sería un zombi. Y estaría muy cabreado.
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