Con los años uno mecaniza mucho de su día a día, y por ende mucho de lo que le sucede en intervalos más amplios. Entiendo que forma parte de un aprendizaje que deriva en eso que llaman experiencia. La experiencia coincide a veces con la pérdida de la sorpresa y con el cansancio, y entonces un buen lunes uno aprovecha la espera ante una máquina de café para decirse a sí mismo: "necesito nuevas experiencias".
Pero claro, puede que lo que uno interpreta como nuevas experiencias no sean en realidad tan nuevas, y una vez cumplidas se plantee el hecho de que no era para tanto, y pida más, y caiga en un bucle eterno sin mayor salida que la que uno se quiera dar a sí mismo a modo de mentira.
Pero claro, puede que lo que uno interpreta como nuevas experiencias no sean en realidad tan nuevas, y una vez cumplidas se plantee el hecho de que no era para tanto, y pida más, y caiga en un bucle eterno sin mayor salida que la que uno se quiera dar a sí mismo a modo de mentira.
Y es que vivimos rodeados de rutina. Está en nuestra condición, pero aparte ni mente ni bolsillo alcanzan de continuo a ofrecernos motivos para escapar de ella. Supongo también que es un problema de actitud ante las cosas, un abandono paulatino de "loquefuera" que nos hacía creer de pequeños que un árbol abandonado eran mil otras cosas a un tiempo. Experiencia, madurez, estupidez creciente... llamadlo X.
La incógnita, en cualquier caso, de una ecuación de difícil solución, por muchas matemáticas que se aprendan.
Lo que nos saca de la rutina es aquello por lo que aun nos queda esperanzas, por lo que soñamos o deseamos ser, y por lo que debemos sacar fuerzas para lograrlo. Está en nosotros. Está en ti. Tu puedes.
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